Descripción
La aglomeración veraniega queda atrás, y la calma que ofrece la costa en estos meses se convierte en una invitación a la desconexión total.
Iniciaremos nuestra ruta en la Cala Fosca, en Palamós, rodeados por un paisaje más salvaje y acogedor que nunca. A medida que avanzamos por el GR-92, recorreremos las calas de Cala Canyers, Cala Corbs y Cala Estreta, uniendo la belleza natural de las aguas cristalinas, que brillan con un verde esmeralda profundo, con la serenidad del invierno. Un auténtico regalo de amor propio que nos brinda la paz de la costa, casi vacía de turistas, lo cual nos permite disfrutar de cada rincón sin prisa.
En cada parada, podremos contemplar el paisaje invernal, hacer fotos sin las multitudes del verano, o simplemente relajarnos en la playa desierta, escuchando el suave susurro de las olas. Es una época perfecta para disfrutar del senderismo sin el calor abrasador del sol de los meses fuertes de verano.
Al finalizar nuestra ruta en Cala Estreta, optamos por un pequeño recorrido circular que nos llevará de regreso a nuestro punto de inicio, Cala Fosca. A nuestro regreso, podremos disfrutar de una comida reconfortante en un restaurante local, o bien, tomar el tiempo para disfrutar de un picnic junto al mar, con el sonido del oleaje como acompañante. La tranquilidad de esta temporada baja se refleja también en la playa, donde podemos relajarnos tras la caminata o dar un último paseo por la orilla, disfrutando de la belleza de este rincón del mundo en su versión más tranquila y menos explorada.
Con esta experiencia de mar y montaña en invierno, descubrimos la esencia de la costa catalana en su estado más puro y tranquilo, lejos de las multitudes y en completa armonía con la naturaleza.